martes, 7 de octubre de 2008

Ska, ska, ska, ska!!!



Llueve, llueve mucho desde hace muchos días, el ambiente es húmedo y frío; debo destacar las noches, la lluvia es más pesada, mas fría, mas insolente. De alguna manera tenés que calentar el cuerpo y los ánimos; los paliativos líquidos ya afectan mi hígado, así que los descarto de entrada. Varios amigos vienen a calentarme los huesos y las intenciones, “hay un toque ska-punk en terrazas” y como que si tuvieran que convencerme argumentan: “El dinero que se recaude será para reunir fondos y retocar el mural del che en la plaza de la biblioteca”.

Apago la computadora, le pongo las baterías recién cargadas a la cámara, la cajetilla de cigarros en su lugar y vamos hacia las estridencias y los bailes de los chavos y chavas skapunk, allá en el centro histórico, en Terrazas, un bar sobreviviente de los viejos tiempos.

Por supuesto tuvimos que sortear el aguacero de las siete de la noche, al SKAmpar, corrimos por la séptima avenida, desde la catedral hacia la primera calle, las calles mojadas y oscuras fueron cómplices de nuestra carrera sin sentido. Una pareja salía del autohotel, “La rotonda” ella llevaba cara de alegría, el llevaba cara de culpable.

Al entrar al bar me decepciona el ambiente, un par de mesas ocupadas, gente más bien indiferente, gente más bien aburrida, pero el toque sería, ¿en donde? En la terraza, por supuesto. La taquilla era comandada por un par de ojos sonrientes que te pedían tu correo-e, tu número de teléfono y los quince pesos de entrada. Me esfuerzo por suponer, los datos son para avisarme de otros toques.

Ya hay caras conocidas, ansiosas, buscando la inmanencia de la música, del slam, del mosh. La primera banda Culto Público, propuso un set de reggae roots, que solo logró entibiar el ambiente, covers de los chilenos de Gondwana, del infaltable (afortunadamente) tío Bob Marley; cuando llegaron a los agradecimientos ya las bachas adornaban los labios y los ojos de algunos, un fuerte y sabroso aroma de mota fresca inundó la terraza techada.

Para la segunda banda cambiaron las congas, los bongoes y el teclado electrónico por negras guitarras eléctricas y una bataca que prometía botar el repello de la pared, los encargados fueron los spermanz, banda de Punk que alboroto a todos con sus covers de rolas muy conocidas. Primer round, el pedestal del micrófono de la voz principal se quebró, resultaron alrededor de diez aspirantes a cantantes que se peleaban por gritar frente al mic, se remendó con cinta blanca.

Mientras se preparaba la siguiente banda noté que todo el mundo se arremolinaba al frente de la tarima, había un especial sentimiento de que algo importante iba a pasar y debías estar allí justo al frente, la banda era Sudor de Huevos, el street-punk fue violento y vigorizante, el vocalista con actitud y testosterona suficientes para armar el mosh y sacarle sudor hasta el más apático. Lo que no aparecía por ningún lado era la razón principal de ese toque, el mural del Che. Segundo round, el espacio se hace insuficiente.

Llegué a pensar que estaba en el toque equivocado, así que empecé a preguntar a los chavos, ¿sabían por que estaban aquí? Empecé a interrogar a los más “planta” pelos en punta, spikes, piercings, playeras de The Ramones, ojos delineados, la respuesta me dejó satisfecho, “simón, es pa´ juntar pisto para pintar un mural del che en la U, a huevo hay que apoyar” no encontré una respuesta diferente.

La siguiente banda fue, The killer tomatoe, viejos conocidos, con música propia aunque se echaron buenos covers de Ska-p, El Vals del Obrero de esta banda española subió el termómetro ideológico que yo creí ausente en el toque, José la voz líder, fue el único que mostró coherencia con el evento, llamando a apoyar al colectivo NOJ organizadores del toque. Las canciones propias de la banda son las que mas gustan. SKAlidad, una de las mejores.

Los quiero ver tripear a todos

Para cerrar los veteranos de skalda2, veteranos que no pasan de los 22, esta banda se preocupa mucho por la calidad del sonido y de la interpretación de sus instrumentos, ya he sido victima de sus arrebatos perfeccionistas, y eso los ha llevado a ser una banda conocida y querida por todos, desde los violentos street-punkeros, hasta los cumbiangueros, que gustan de las cumbias versionadas al mejor estilo ska.

Al ya clásico grito de Diego, la voz principal “los quiero ver tripear todos” nos preparamos para bailar y gritar, el recorrido de sus rolas y los pocos covers que obligados por la gente tuvieron que tocar fue satisfactorio y gratificante.

Ya habían pasado seis horas de baile, sudor y chelas, pero nadie se movía del lugar, nadie se quería ir de primero, fue hasta que sacaron el ultimo ampli, que la gente se resignó a abandonar el lugar.

Relevo Generacional

Como yo, habían polillas 35añeras atraídas por la luz de la vitalidad del toque y por el anuncio del remozamiento del mural, con quienes coincidimos alrededor de los litros y los recuerdos de nuestro tránsito por el movimiento estudiantil de los 90´s y con la opinión que ya no hay movimiento político estudiantil, que ya no hay organización ideológica, ni formación política. La organización está alrededor de la música, alrededor la necesidad de pertenecer, de identificación, pero no de una idea, de una necesidad social.

“Quizás ya no sea necesario” dijo alguien segundos antes de empinarse el litro de cerveza. Callamos, atolondrados por la contundencia de aquella frase, vimos a nuestra alrededor y si, todos creían eso, la guerra psicológica aplicada por el Estado guatemalteco desde hace más de tres décadas y el lapidario impulso del neoliberalismo de los últimos tres gobiernos cobra sus réditos.

Esta nueva generación es antisistema, si es cierto, le gustan las playeras del che y del sub Marcos, pero es una generación des-historiada, malinchista, destinada a repetir la historia una y otra vez. El reto es crear nueva ciudadanía y contrarrestar los efectos culturales de la guerra psicológica y el neoliberalismo.